“No sé como llegué a esta situación. Gracias a mucha gente que conocí, me doy cuenta de que no soy la única”, dijo, humildemente, Claudia Guevara, una mujer de 39 años, madre de tres hijos, que pasa muchas jornadas sin poder alimentarse por falta de recursos.
Vive en una casa prestada por su madre, pero con un “rebusque” en un puesto de ventas frente al viejo Hospital Pasteur no le alcanza para el sustento.
El camino que la llevó a esta crisis económica fue largo y difícil.
Primero, un marido golpeador. “Antes, no había botón antipánico ni se hablaba mucho del tema. Por suerte, ahora hay más herramientas para defenderse”. Ella se fue de la casa cuando estaba embarazada de su hija menor, que hoy tiene 9 años y vive en Santa Fe con familiares de Claudia.
“En ese momento, trabajaba en la panadería de lo que era el supermercado Depetris y pude pagar el alquiler. Pero después de que cerró no conseguí más un trabajo formal”, agregó.
Luego llegó la enfermedad de la madre, con horas de atención y cuidado que le complicaron la situación con sus hijos.
Hoy, no tiene nada. Ni ropa ni alimentos, pero lo que más necesita “es un trabajo, para volver a empezar”.
Agradece la ayuda recibida en el CIC de barrio Nicolás Avellaneda, donde la atienden los profesionales para evitar que caiga en depresión. También recibió la solidaridad de las Hermanas Adoratrices. “Todo me ayudó a ser mejor, a entender muchas cosas. Pero hoy lo que más necesito es un trabajo”, concluyó.