Escribe: Juan Manuel Gorno
El grito de victoria fue el grito de desahogo, de furia. En las tribunas y en la cancha, con abrazos que parecían interminables, Alumni celebró algo más que un triunfo en Plaza Ocampo.
El 2 a 1 ante el puntero Estudiantes de Río Cuarto, en el clásico más importante del interior provincial, fue como ese amigo que te levanta del brazo cuando estás en el piso y que te alienta para seguir adelante. Fue volver a empezar con una sonrisa, una bocanada de oxígeno en un momento crucial.
No podía ser de otra manera. Con la tibieza exhibida en el partido anterior, el técnico trabajando en la zona de riesgo y una posición en la tabla pegada al precipicio, Alumni dejó el corazón y la cabeza en cada jugada para encontrar la salida a sus problemas.
La clave fue esa mentalidad ganadora inquebrantable, que salió a flote dos veces en el mismo partido, primero para soportar el empate rápido que le aplicó el rival y después para reponerse de un penal marrado, entre otras situaciones.
Así también lo había solicitado el “Bocha” Raúl Maldonado, quien mostró su mano para acomodar las piezas, ajustar detalles y armar una estructura que fue al frente desde el arranque.
A los 2 minutos, la agresividad del equipo lo llevó al gol tempranero: Franco Gozzerino, cual si fuese un lateral brasileño, hizo un surco con una corrida por derecha, corrió media cancha y llegó hasta el fondo para enviar el centro. Y por el segundo palo apareció Matías Barbuio para definir de primera y hacer del clásico un partidazo.
Estudiantes, herido en su orgullo, reaccionó como un verdadero puntero y, a los pocos segundos que sacó del medio, empató con un tiro alejado de Geremías Flordelmundo, que descolocó al arquero Leonel Luciani.
Así, con dos goles en menos de cinco minutos de juego, el partido valió la pena, aunque Alumni no dudó en tomar el protagonismo y allí estuvo una de sus virtudes.
La presencia de Gastón Kranevitter, apuntalando el juego impecable de César Quiroga, fue importante para la recuperación de la pelota en la mitad de la cancha, donde también colaboró bastante Juan Aimar. Entonces el equipo tuvo posesión y se instaló seguido en campo contrario, aunque sin poder profundizar demasiado.
Estudiantes quiso jugar de igual a igual, pero no pasaba cómodo la mitad de la cancha y apenas arrimaba con alguna acción aislada, pero con su goleador, Hernán Peirone, más apagado que de costumbre.
Cuando el “Celeste” quiso emparejar las cosas, Alumni sumó una gran posibilidad para sacar diferencias, ya que el arquero Adrián Peralta, tras una duda del central Gastón Garro, le cometió penal a Leandro Martínez, quien fue a disputar un pelotazo largo que parecía perdido.
El árbitro apenas amonestó a Peralta (cuando correspondía roja directa por acción de último recurso), en una situación que influyó porque finalmente el arquero atajó el penal ejecutado por el propio Martínez, que sigue en una mini-racha negativa con el arco contrario.
Antes del final de la primera etapa, Alumni dilapidó otra situación de contragolpe, cuando Aimar, quien hizo todo bien, habilitó a Barbuio, pero este alargó demasiado la pelota cuando enfrentaba al portero.
Bujía de ajuste
Para el segundo tiempo, Alumni no cambió su postura. La defensa siguió atenta en el mano a mano, los volantes se desdoblaron para jugar al ras del piso y Aimar daba el toque final, mientras Martínez apretaba adelante.
El gol se negó a los 16’, cuando Aimar sacó un tiro a colocar, con potencia, que sacó muy bien el arquero Peralta.
Sin embargo, a los 26’, César Ariel Quiroga demostró que tiene la jerarquía para marcar la diferencia y cumplió con la inexorable “ley del ex”.
“Bujía” vio que la pelota podía salir “sucia” por el medio del área rival, fue a buscar y se metió al área con el corazón para rematar abajo y escribir el 2 a 1 en el tanteador.
Lo que vino después fue historia conocida: Alumni sufriendo, marcando, jugando con el corazón en la mano.
Luciani, quien había dejado algunas dudas en el primer tiempo, esta vez se jugó la vida en un par de acciones para no recibir el gol de la tristeza.
A los 29’, “Cumbia” desvió un envenenado remate de Peirone, de tiro libre, y a los 36’ y 37’ se revolcó un par de veces para quedarse con la pelota, cuando Estudiantes amenazaba con nombres importantes que llegaban desde el banco, como el de Cristian Sánchez Prette (ex-Huracán).
De todas maneras, Alumni se fue acomodando en los últimos cinco minutos, con sus centrales sacando todo (contando con el aporte del ingresado Gonzalo Gaydou), a pesar de la salida de Quiroga, quien terminó en una pierna.
El final encontró a Estudiantes contrariado, sin respuestas. Y Alumni, gracias a su decisión para jugar, tuvo la certeza de la alegría, que fue muy bienvenida en estos tiempos.