Escribe: Jesús Chirino

Comprendemos que ningún hombre posee la fuerza necesaria para, desde la soledad, hacer andar la rueda de la historia. Esto no quita méritos a quienes asumen responsabilidades extraordinarias, pero sí torna necesario entender la época en que tomaron sus decisiones. El proceso conocido como “juicio a las Juntas”, en 1985, ha sido de tal trascendencia en la historia reciente de nuestro país, que a veces no recordamos el clima político que existía cuando se inició. Repasamos aquí una manifestación local en apoyo a ese juicio.

Marchemos

El lunes 22 de abril, en la ciudad de Buenos Aires, se inició el enjuiciamiento a los integrantes de las juntas militares de la dictadura más sangrienta que registró nuestra historia. Días antes habían surgido voces muy críticas al Gobierno nacional, explotaron bombas en diferentes lugares de Buenos Aires y había quienes pensaban en un nuevo golpe de Estado.

Ese mismo día, en apoyo a aquel decisivo y valiente paso en pos de la vigencia de la justicia que se daría en la Cámara Nacional de Apelaciones, en Villa María se realizó una marcha organizada por la delegación local de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. La convocatoria se realizó el 17 de abril. Días antes, Gregorio Felipe, Roberto Bataglia y Victoriano Godoy, dirigentes de APDH, habían concurrido a una reunión regional de la organización en la localidad de Mendoza. Allí se discutió qué hacer ante tan importante acontecimiento como lo era el juicio.

Por San Martín

El día de la marcha, los militantes locales, según publicó El Diario, señalaron que “nuestro pueblo terriblemente dolorido y angustiado, es el que exige justicia y castigo para aquellos que violaron la dignidad humana”.

El grupo de hombres y mujeres inició su andar por la calle San Martín, desde la esquina que ésta forma con Entre Ríos. Los carteles nombraban las instituciones participantes, entre ellos APDH, Familiares de Desaparecidos y Detenidos, Partido Comunista, Democracia Cristiana, Partido Intransigente y el Partido del Trabajo y del Pueblo. Algunos manifestantes hicieron flamear la bandera de la Unión Cívica Radical, otros portaron una pancarta de niños reclamando por sus padres desaparecidos. Los radicales concurrieron con una veintena de jóvenes perteneciente al sector interno denominado “Línea Córdoba” y funcionarios del Gobierno local. También fueron de la partida algunos dirigentes del peronismo local, entre ellos el entonces diputado nacional Orlando Sella.

En aquella columna de gente que caminaba en dirección a la plaza Centenario pudo observarse un cartel que identificaba al Centro de Estudiantes de los alumnos de la facultad local, la Universidad Tecnológica Nacional. Presencia muy significativa dado que, en 1982, la Escuela de Ingeniería de esa casa de estudios junto a otras organizaciones de la ciudad invitó al represor Benjamín Menéndez para que diera una conferencia acerca de la guerra en Malvinas.

Críticas al
Gobierno

El clima político en el país no era el mejor, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) el 14 de abril, en un documento suscripto por Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio, criticó de manera severa al Gobierno nacional. No se limitaron a señalar cuestiones económicas, también dijeron que se había arribado a una suerte de anarquía y que el clima político había llevado a una “situación de enclaustramiento de las Fuerzas Armadas, a las que el propio Gobierno fue escindiendo del cuerpo social…”. Aquel documento del MID textualmente señalaba que “la cuestión de los derechos humanos y las Fuerzas Armadas está nuevamente, al rojo vivo, porque el Gobierno ahora cosecha lo que sembró en el clima de triunfalismo pos electoral”.

Por su parte el secretario General del Consejo Justicialista formado en Río Hondo, José Manuel de la Sota, señaló a los “…peronistas que se ríen de la voluntad popular y por lo tanto han pasado a ser oligarcas”. El dirigente, cuyas declaraciones el 15 de abril publicó EL DIARIO dijo que había golpistas infiltrados en el justicialismo y “...figuras dirigenciales que hacen del antiradicalismo profesión de fe, incluso con claras actitudes desestabilizantes, como ha sido el vergonzoso papelón de reivindicar la persona de Galtieri”. De la Sota, sin dejar su tono opositor, se distanció de sectores de la dirigencia justicialista a los que acusaba de no haber podido digerir los resultados electorales de 1983.

También se hablaba de reuniones de políticos con jefes militares, entre los civiles se apuntaban los nombres de Frondizi y Lúder. Un día antes de iniciarse el juicio a las Juntas, Ernesto Sábato viajó a España para recibir el Premio Cervantes de Literatura. En el aeropuerto porteño habló del rumor de golpe de Estado. Señaló que el único golpe del que tenía noticias era propiciado por “terroristas” y que los mismos tenían nombre y apellido “…son el ex presidente Arturo Frondizi, el ingeniero Alvaro Alzogaray, el general Juan Carlos Onganía, está seguramente Herminio Iglesias y no sé si habrá alguien más...”.

Villa María marchaba

Aquella tarde de abril, la manifestación para apoyar el juicio a las Juntas militares convocó alrededor de trescientas personas en el centro de Villa María. El mismo día en la enorme Capital Federal llegaron a juntarse cincuenta mil manifestantes en una marcha organizada por ocho organizaciones defensoras de los derechos humanos.

Los manifestantes locales detuvieron su andar en la primera cuadra de la calle San Martín, allí la voz de un hombre de APDH se convirtió en la de muchos argentinos y leyó un documento en el que se reclamaba “justicia para protección de nuestras familias, para gozar de las libertades fundamentales, disfrutar de todos nuestros derechos, para el porvenir de nuestros niños y para que nunca más el pueblo sufra por reclamar un estado de derecho con paz y prosperidad”. Victoriano Godoy, que leía ante la atenta mirada de los presentes, también dijo que el juicio era “un aporte fundamental al fortalecimiento de las instituciones republicanas y la democracia”.

Acercaron a aquel acto sus adhesiones varias organizaciones locales, entre ellas el Círculo de Bioquímicos, el SUOEM, el Centro de Periodistas, los telefónicos, Movimiento de Renovación Sindical, judiciales, la Unión Cívica Radical, la Federación Agraria, la Juventud Radical, el Partido Comunista y la corriente interna del justicialismo “Pueblo Peronista”.

Hebe en la Villa

Los militantes por los derechos humanos enfrentaban muchas resistencias -muchas de las cuales subsisten en la actualidad-. A título ilustrativo recordamos las vicisitudes de la visita que, el viernes 12 de abril y el sábado 13, realizó a Villa María la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo. Los organizadores tuvieron dificultades para encontrar dónde se permitieran las presencias de Hebe de Bonafini y Elsa de Toco. Se anunció que estarían en el Cine Gran Rex de la calle Entre Ríos, pero horas antes de la prevista conferencia desde el “Movimiento por la Reconstrucción y Desarrollo de la Cultura Nacional” se hizo saber que la sala administrada por Eduardo Ingaramo no sería el lugar de encuentro.
El sábado, las madres presidieron la proyección del film “Tiempo de ausencia”, en un salón del Palace Hotel. Luego partirían hacia la ciudad de Río Cuarto. Allí Bonafini reiteró conceptos pronunciados en Villa María al opinar acerca del juicio a las Juntas militares, dijo, “yo estoy dispuesta a perdonarlos siempre y cuando queden en prisión perpetua”. También señaló que “las madres estamos dispuestas a salir a la cabeza si alguien quiere derrocar al Gobierno, pero el Gobierno no debe traicionarnos”. Durante la estadía de las madres en la ciudad, según calculó la prensa, unas doscientas cincuenta personas las acompañaron en diferentes momentos.

Quienes habían tenido tanto desprecio por el imperio del derecho y las libertades públicas, estaban sentados en el banquillo de los acusados y en las calles del país, también en nuestra ciudad, manifestaban los que ponían fuerza para que la rueda de la historia girara hacia la justicia. Pero también había otras fuerzas que intentaban restituir la impunidad.