Escribe: Lic. Jorge A. Daher
Vinculados y a propósito del fallecimiento del Dr. Raúl Alfonsín, se enumeran algunas personalidades de nuestra historia, en brevísimas y muy reducidas significaciones, que pueden contribuir a que reflexionemos acerca de cómo hemos valorado y registrado en la historia de nuestra sociedad, juicios y comportamientos que nos lastiman, que nos hieren en nuestro ser argentino.
J.B.Alberdi, exiliado, murió en Francia. Fue el autor de las “Bases …”, texto que dio fundamento a nuestra Constitución Nacional.
José de San Martín, exiliado murió en Francia, es el Padre de la Patria.
Manuel Belgrano, murió pobre y solitario, enjuiciado por sus contemporáneos. Aún hoy no se edificaron la totalidad de escuelas cuyos fondos fueron donados con los sueldos que el Estado le otorgó por sus campañas. Fue el creador de la Bandera.
Domingo Sarmiento, murió en Paraguay. Fue presidente de la Nación y es reconocido como el Maestro Argentino e inspirador de la escuela pública, libre y gratuita.
Mariano Moreno, expulsado, viajó a Inglaterra y murió en alta mar. Fue considerado el ideólogo de la revolución de mayo, creador del primer periódico argentino y mentor de la Biblioteca Nacional.
Hipólito Yrigoyen, revolucionario de 1890, ex presidente de la Nación, fue prisionero en la isla Martín García y cuestionado por sus propios correligionarios. Exigió el voto secreto y universal. Siendo muy rico, murió pobre y fue derrocado por un golpe militar.
Eva Duarte, paladín del partido peronista, defensora de los humildes y promotora del voto popular femenino. Murió de cáncer y algunos, detestables argentinos, lo celebraron.
Juan Perón, líder por más de 50 años gracias a la revolución justicialista, tres veces presidente de la Nación, dio un vuelco en el reconocimiento de los derechos del trabajador, fue derrocado por un golpe militar en su segundo mandato. Exiliado por más de 18 años, luego de muerto, fue profanado su cadáver.
Humberto Illia, valor y austeridad cívica, fuertemente criticado por su Gobierno, fue derrocado por un golpe militar, recibió innumerables afrentas y enfrentó los monopolios petroleros y de laboratorios. Sólo después de muerto se le reconoció la obra.
Todos y cada uno de ellos cometieron errores, aciertos, tuvieron, como cualquier humano, fortalezas y debilidades; pero todos, después de muertos, fueron reconocidos por sus obras y sus gestos patrióticos.
Se ha querido hacer este relato (que fue enumerado sin atención previa a sus conductas, valores o cronología histórica como así tampoco se pretendió abarcar la totalidad de nuestros pro hombres) para poder abordar el reciente fenómeno que provocó la desaparición de Raúl Ricardo Alfonsín en el pueblo de la Nación y de sus dirigentes.
Alfonsín cometió errores, debió afrontar infinidad de dificultades, siempre al acecho del partido opositor, del gremialismo sindical, de las pretensiones y exigencias del sector militar, críticas de economistas y analistas, presiones de los organismos internacionales, que finalmente generaron el colapso financiero de la híper que luego se reabre en la primer etapa de la Presidencia de Carlos Menem.
Precisamente el riojano fue duro con Alfonsín reprochando su salida anticipada del Gobierno; muy injusto también fue Néstor Kirchner, cuando en la Esma afirmó… “Lamento que en la democracia no se hubiera hecho nada por los derechos humanos…”; los mismos partidarios radicales cuestionando su gestión tanto de gobierno como de conducción partidaria; en fin, un coro de lamentos y repudios, que la sociedad en su conjunto avaló, soportó, calló y muy pocos, casi nadie, defendió.
Pero, llegó la muerte y se produjo, una vez más, el fenómeno que, por las circunstancias anteriormente descriptas, nadie esperaba.
La de Alfonsín fue una vida ejemplar y sin duda por ello la multitud ha valorado el comportamiento de estas dimensiones humanas. El hecho de que ahora todos manifestemos el dolor por la desaparición, es parte de nuestro ser nacional, tal como lo indicamos al comienzo de la nota. Es decir, después de la muerte viene la gloria y el reconocimiento social. Reiteramos, tuvo equívocos, como cualquier humano, pero siguió principios, tuvo austeridad republicana, consolidó su pasión por las instituciones, fomentó la unión nacional.
Hoy la democracia está de duelo, por eso nuestro reconocimiento al Dr. Alfonsín, aunque no sólo debemos llorarlo y visitar su tumba, debemos seguir su ejemplo.
Tan luego hoy, que venimos observando la barbaridad ética que se pretende hacer desde los distintos oficialismos, al nombrar candidatos a los actuales intendentes y al gobernador de Buenos Aires, para luego renunciar y seguir en sus actuales cargos. En realidad ya viene sucediendo: Kammerath, Giacomino, ahora Michetti... también fue Urquía en nuestro territorio.
En fin, la sociedad no puede seguir callada y otorgando estas licencias inescrupulosas de los dirigentes. Somos responsables como ciudadanos de cambiar esta lamentable situación y qué mejor que imitar a quien hasta ayer lloramos, ejemplo de conducta, de virtudes cívicas, que en democracia se traducen en participar y controlar.
Por eso la sociedad en estas circunstancias no puede asumir hipócritamente estas situaciones, o es porque somos tan mediocres que no reconocemos esta triste realidad.
A la desaparición de la presencia de Alfonsín, sumemos la esperanza de esa multitud, que con amor y dolor sufrió su partida, para que cada uno de nosotros asuma el rol de ciudadanos responsables que ofrezcan solidariamente una vivencia conciliadora, republicana y democrática, que nos permita transformar esta realidad que nos angustia.
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